lunes, 25 de abril de 2011

Anna Calvi, ambición rubia

Puede que lo que atrajese a Rob Ellis -productor de PJ Harvey, Marianne Faithfull o Placebo, entre otros- fuese la capacidad de esta veinteañera para hacer las cosas bien hechas, puede que en Nick Cave pesase más su voz cargada de drama y sexualidad para escogerla como telonera, y que Brian Eno, ante tal tesitura, simplemente optase por apadrinarla. Lo cierto es que Anna Calvi se limita a ser efectiva y a cumplir con lo que aventuraban, a finales de 2010, las listas de promesas británicas. Su primer disco, homónimo, Anna Calvi (2011), nos deja una muestra de como reciclar lo eighty, cargarlo de sonidos y presentar un rock persuasivo, capaz de reconocerla como una reencarnación de Siouxsie y Bowie.
Ligero juego, el de su nombre latino y la épica, y el que adquiere el disco con el paso de los minutos. Sin la necesidad de compararla con nadie, aunque aquí lo hayamos echo, sobra ambición -rubia- para seguir ofreciendo canciones bien tratadas.


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